Erase una vez...
Un día, Teresa me contó que cuando era niña, hizo una caperucita que servía para guardar agujas, alfileres y dedal.
Con el paso del tiempo, su caperucita se había deteriorado y Teresa quería hacer otra, pero no sabía sacar los patrones.
Me enseñó su caperucita para ver que se podía hacer... y me la quedé.
Después de un tiempo...
Se la devolví junto con un paquete, el cual no debía de abrir hasta llegar a su casa...
No quedó igual que la suya, porque hice alguna modificación...
Teresa se puso muy contenta!!
Y...
Colorín, colorado...
Este cuento, se ha acabado.
Eva